Padre
  

Cuando era niño la palabra “Padre” significaba la autoridad de la persona que había permitido mi procreación, sin embargo, con el transcurso del tiempo y el intercambio de opiniones con otras personas me llevaron a ver que la palabra es mucho más compleja y con un sinnúmero de significados. Sin embargo, mi objetivo no es entrar a definir el término “Padre” pues muchas personas tienen un significado propio de la palabra y del ser, mi intención aquí es definer al ser “Padre”que conocí y conozco afortunadamente.



Mi padre es de Tlaxcala y conoció a mi madre en Michoacán. Tal vez ustedes dirán que eso no es nada del otro mundo, que es común que sucedan ese tipo de relaciones en cualquier lado. Yo no lo creo así, lo que pasa es que mi padre es de un pueblo difícilmente encontrable en un mapa (no hemos buscado en los códices mayas, a lo mejor esta allí) y mi madre es de un pueblo similar, conclusión ¿Qué andaba haciendo el vago de mi padre por allá? Pues bueno, habrá tenido sus razones. De tal palo tal abuelo ya que mi abuelo también nos contó cada historieta de su vida que vale la pena recordar y que dejaré para otra ocasión por que si no no acabo.

El es una persona que fue educada de forma dura, aprendió a trabajar y a ganar sustento para la familia desde los 12 años de edad. Conocí a mi abuelo y a sus hermanos y son personas recias, de vivir fuerte, tozudas. Mi padre tiene su propia metodología. Su estilo era de trabajar “durísimo” (aún hoy en día lo hace) todo el tiempo, recuerdo cuando yo tenía alrededor de 10 años el trabajaba de chofer en esos camiones que conocíamos como “ballenas”, al terminar se iba a la tienda de abarrotes de la familia y en sus tiempos libres trabajaba de plomero, carpintero, albañil, mecánico, entre otros oficios. Sus horarios eran extenuantes.



Mi padre fue muy duro conmigo y con mis hermanos cuando eramos unos mozuelos, llegué a detestarlo como sucede normalmente en la gente joven que no comparte los “ideales” de los guías, además traes esa energía de la juventud que te hace sentir que tienes la verdad absoluta y eso choca brutalmente con los adultos. A veces me pregunto como hubiera sido todo si nunca hubiera usado la fuerza bruta para aplacarnos. También me pregunto si a él le enseñó mi abuelo algun método diferente, no lo creo, de hecho pasaron cosas muy interesantes en esas épocas en las que no había reparado hasta ahora. Pude leer en mi padre una expresión de dolor cada vez que recurría a los “cocos” para aplacarnos solo que hasta ahora he podido interpretarlo. Mi padre sufría cada vez que nos daba un buen golpe, seguramente él se preguntaba “¿Por qué lo hago si también yo me estoy lastimando?”, pero no tenía la respuesta a la mano, de hecho estoy seguro que no había alguien a su alrededor que le corrigiera o le explicara esa actitud pues todos pregonaban de la misma manera. Cuántos de nosotros no perdemos la cabeza hoy en día por cosas tan nimias y queremos agarrar a “zapes” al más próximo no importando la supuesta educación que tenemos.



El solamente estudió hasta el 5o año de primaria y después a tupirle. Aún con las tremendas corretizas que nos pegaba para darnos unos buenos cinturonazos, además del miedo que nos daba verlo atras de nosotros en plena persecución, aprendimos a encontrarle gracia al asunto (el ser humano se adapta a todo). El comedor (que ya es considerado parte de la familia) se convirtió en el circuito de competencia entre el perseguidor y la víctima (ahora si no puedo evitar las carcajadas), los mayores como ya no cabían alrededor del comedor durante las carreras, ellos se agarraban el circuito largo : Cocina-Pasillo-Comedor-Cocina (este era el circuito para avanzados), los principiantes lo haciamos alrededor de la mesa del comedor ¿Por qué esta configuración? pues porque de esa manera siempre traías al perseguidor detrás, si cometías el error de irte hacia al patio o alguno de los cuartos pues te atrapaban por que solamente había una salida mientras que por el otro método si el perseguidor cambiaba de dirección pues entonces corrías en sentido contrario y asunto arreglado, de esta manera se cansaba y ya mejor se iba a ver televisión eso si, se te quedaba viendo con un coraje, no se si de la impotencia por no alcanzarte o por que estaba a punto de ganarle la risa. Lo malo es cuando nos tocaba cocos a todos por alguna travesura, pues el tráfico te impedía corer libremente y los de atras eran los que recibían los “macanazos” por ello en caso de castigo multitudinario la solución era desaparecer en distintas direcciones de esa manera si encontraba a uno, dos o hasta tres les daba a ellos y los demás la librabamos, era como la lotería tenías que esperar a que no corriera en tu dirección sino estabas perdido.

A pesar de lo duro que fue mi padre (con 9 hijos y sin profesión quien no es duro) siempre demostró una preocupación muy particular por uno y cada uno de nosotros, siempre trataba de estar al pendiente y siempre estaba preocupado por que no podía premiar a aquellos que lograban un buen desempeño no necesariamente en la escuela pero si en la vida en general, a mi padre no le enseñaron que no había mejor premio que un buen apapacho y decir “estoy orgulloso de ti”, esto lo aprendió más adelante, además también el tenía derecho que nosotros le dijeramos “Papá, estoy orgulloso de ti”. Cuando empiezas a ganar tus primeros quintos es cuando te das cuenta la tremenda carga que eramos para él, sin embargo, él seleccionó esa carga y me da la impresión que la disfrutó de alguna manera, seguramente habrá algunos que lean esto que ya sean padres y entenderán a lo que me refiero. Ya también he disfrutado de mi padre horrores. Hoy en día tengo la fortuna de platicar con él y lo veo más relajado, tranquilo diría yo, aunque con algunas preocupaciones acerca de como se estan desempeñando sus hijos, nosotros. Sigue teniendo esa viveza para el trabajo y aún hay espacio para sorpresas en su ya larga y muy productiva vida.

Otro detalle de mi padre que se me andaba pasando es el esfuerzo con el que nos llevaba al cine. Los cines de los que me acuerdo ibamos a dar eran el Sonora, el Mariscala, el México, el Latino y alguno que otro que se me escapa. Los cines eran esos de 3 películas por 1 peso pero eso era lo de menos, nunca le dije que me causaba mucho placer caminar con él y que me agarrara de la mano para cruzar la calle o incluso el cómo disfrutaba la película él mismo. El olor de los helados o las palomas, que casi nunca comprabamos dada la escasez en la que viviamos, se me quedó impregnado en los recuerdos.

Con el entrar de los inviernos en nuestros cuerpos, la mente de cada persona evoluciona hacia algo que solamente la persona en cuestión sabe y a veces creo que ni ella tiene la respuesta a ello. Lo mismo pasó con mi padre, el evolucionó hacia un ser más tolerante donde la fuerza quedó de lado y le dió paso a la palabra, aunque después de ello me decía a mi mismo que eso dolía más que lo otro. No sé quién o qué motivó el cambio. El encontró un estilo muy peculiar de hablar con uno, sin embargo, estoy seguro que le costaba un buen de trabajo hacerlo. Cuando lograba destrabar las palabras y se aproximaba a nosotros para echarnos el sermón de la montaña, se notaba en sus ojos el esfuerzo terrible que debió haber pasado para dirigirnos unas palabras. Buscaba en su experiencia las palabras adecuadas y seguramente pensaba que se oiría ridículo cuando las dijera, tengan en cuenta que era un hombre que se formó de manera por demás dura. Lo que me viene a la memoria no era el titubeo de sus palabras saliendo de su boca sino el rostro adusto y serio que empleaba, atemorizaba en serio, y las palabras exactas para atacar frontalmente el problema. Esto no ocurrió muy frecuentemente a su servidor pero me tocó ser testigo con mis hermanos, yo tuve la fortuna de ser testigo de todas las aventuras y desventuras de mis hermanos y hermanas.

El primer chispazo que me hizo darme cuenta del tamaño de mi padre fue cuando al finalizar mis estudios escolares de la secundaria me tocó ser uno de los oradores de despedida de dicho ciclo escolar. Al intentar plasmar en una hoja de papel las palabras que diría ese día, me encontré de frente el verdadero significado de la palabra vacío, pues no encontraba nada en mi cerebro que pudiera vertir coherentemente en ese pedazo de papel. En esa ocasión me ayudó mi padre, el se encargó de escribirme un texto para decir ese día, me acuerdo de parte de ese texto y además recuerdo el horror con que lo leí una vez que mi padre me lo entregó, era demasiado fatalista. Sin embargo le di sus retoques y quedó listo para ser incluido en el libro de 20 poemas de horror y una canción ultradesesperada de Pablo Le Duda. Bueno, no estoy aquí para describir los dotes poéticos de mi padre sino el asombro que me produjo al esforzarse de esa manera para escribir un texto que sería leído (ridiculizado) en público por su hijo y enfrente de un monton de tipos y tipas que iban a convivir con sus hijos ese día. Eso me movió el “cucharón” de su sitio y además empecé a afinar mis estilos de escritura desde entonces (creo que no he mejorado mucho pero al menos lo sigo intentado).

Posteriormente vino una etapa de desntendimiento mutuo ya que mis hermanos se encargaron de tirarle el pelo de la azotea con todos los problemas que se armaron, mi padre ya no veía lo duro sino lo tupido. Mi madre también le atizaba al boiler duro y bonito. En esta época me toco ser testigo del paso de huracanes por todos lados, lo cual me ayudó por que los tomaba como simulacros para cuando me tocara en vivo y en directo.





Con el tiempo empujándome diariamente me alejé bastante de mi familia, no conviví con ellos directamente durante algunos años (Zaz). Aún cuando vivía con ellos realmente estabamos alejados todos. Mis hermanos empezaron a migrar poco a poco y me tocó sentir las nuevas tormentas que se soltaron, afortunadamente yo no daba lata. Ta vez el único vicio que me conocieron en esa época era que ya me había convertido en fanático de los “faritos”, los “carmencitas” y los “delicados” sin filtro, después conocerían algunas otras cosillas de mi parte pero nada de que preocuparse en realidad. En esta época que duró bastantes años fui una especie de inquilino (que no pagaba renta) en casa de mis padres, un fantasma. Me alejé de mi padre y en ocasiones me preguntaba el porqué me habían tocado este tipo de personajes como guías espitituales, como que me merecía algo más retador y que me “pelara” por lo menos.

Empero, ni mi padre ni mi madre dejaron de velar por todos y cada uno de nosotros. De mi “gorda” luego les platico por que me voy a “botar” de la risa si empiezo ahorita. Mi padre tuvo que hacer mil maniobras para seguir procurándonos los abastecimientos básicos del regimiento y vaya que eramos todo un ejército. Mi padre no se arrugó, él le siguió tupiendo hasta que fueramos autosuficientes y aún no le para el condenado, ya se le olvidó donde quedaba el freno.

Su esfuerzo para llevarnos a conocer el México profundo fue muy gratificante y es aquí donde qusiera hacer serie de acotaciones acerca de varias cosas, por ejemplo, varias veces fuimos a muchos lugares de los cuales de algunos ya no recuerdo ni el nombre primeramente en un Ford Mercury 51 que le deciamos “la tartana” o “la araña” y después en un ford galaxy 70, ambas unas lanchas enormes que nos sirvieron como medio de transporte, hotel, baño, entre otros y que les costaron muchos sufrimientos a mis padres. Los lugares a los que ibamos los disfrutamos enormemente, corrimos como diablos, nos divertimos mucho y él siempre nos brindaba protección en esos momentos. En una ocasión que subimos al “Popo” mi hermano “Rodrix” se estaba congelando, él se quitó el sueter y se lo puso a mi hermano mientras él se quedó en mangas de camisa, el riesgo de la hipotermia era enorme y los únicos consientes del problema era mi padre y mi hermano el mayor. Todavía tuvimos que caminar un montón para llegar al coche. Le dieron calambres debido al frio pero no se arrugó y llegó. Eso se quedó en mi mente para siempre, eso cuenta y cuenta mucho y es aquí donde me caen en la mente algunas otras cosas. Ese día sufriste el frio por protejer a uno de nosotros ¿Cuántas veces te quedaste sin comer por nosotros?



Me he preguntado, cuántas cosas no habrá visto, escuchado, olido, probado y tocado ¿Cuántas veces habrá encendido un taladro? ¿Cuántas veces abrió paredes para ampliar cuartos? ¿Cuántas veces se cortó? Si esas cicatrices en su cuerpo pudieran hablar, si esas arrugas en su cara pudieran leerse. Cada cana en su cabello es una y mil historias ¿Cuántos pueblos visitó? ¿Cuántos árboles habrá visto? Si mi padre se soltará contándonos todos sus andares y desandares yo estaría encantado escuchándolo sin embargo no es como su padre (mi abuelo) a él si le gustaba echarnos todas las historietas que le venían a la mente, mi padre es más bien tímido.

Hoy su mirar es dulce y profundamente expresivo, la última vez que vi sus ojos vi la angustia que le ocasionaba que uno de sus hijos estuviera pasando aprietos, como si fuera obligación de él sacarlo del apuro, sin embargo, le digo a mi padre, para eso estamos nosotros, para ayudarlo. Si él no se acerca a nosotros o no acepta nuestra ayuda, qué podemos hacer. Afortunadamente, las últimas noticias son alentadoras.

Mi padre ha sido increible, a pesar de la poca educación escolar que recibió, ésto no le impidió transmitirme las lecciones más importantes de mi vida. Agradezco la honestidad, tenacidad, lealtad y dulzura de este hombre que es mi padre.



Esto aún no termina pero sentí la imperiosa necesidad de plasmar el concepto que hoy tengo acerca de él, sin embargo, el concepto es muy corto e insuficiente. Ire ampliando al mismo más adelante.



Te quiero Padre mío.